
Desde casa a la pequeña ciudad a llevar la casa caracol; seguidamente a la gran ciudad para llevar el cerebro roto; otra vez de vuelta para ir a comer al chino e ir a buscar a un mimbro de la familia; continuando el recorrido para el pueblo a buscar las fundas tan esperadas de las posaderas; y para acabar este raro recorrido, dirección a casa.
Quien no quiere la cosa, hemos hecho unos quinientos kilómetros. Vaya paliza que nos pegamos dentro del coche. TE GUSTA CONDUCIR?
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