Mirando por la ventana se ve la montaña de enfrente cubierta de una blanca y fría capa de nieve.
Las chimeneas humeando del cálido fuego que hay en su interior, y en el aire el olor a hollín.
Llueve y esta nublado, de repente el sol asoma de entre ellas para alegrar el día, las nubes insisten y lo vuelven a esconder para dejar caer una fina lluvia, que ahí arriba se convierten en copos de nieve.
No lo podemos evitar y por la tarde, como unos niños impacientes, nos vamos a ver la nieve de cerca, a tocarla y pisarla, pero sobre todo a pasar mucho frío.
A medida que vamos subiendo contemplamos las montañas de color blanco roto, que en contraste con los colores del otoño, dejan un bonito lienzo.
Las chimeneas humeando del cálido fuego que hay en su interior, y en el aire el olor a hollín.
Llueve y esta nublado, de repente el sol asoma de entre ellas para alegrar el día, las nubes insisten y lo vuelven a esconder para dejar caer una fina lluvia, que ahí arriba se convierten en copos de nieve.
No lo podemos evitar y por la tarde, como unos niños impacientes, nos vamos a ver la nieve de cerca, a tocarla y pisarla, pero sobre todo a pasar mucho frío.
A medida que vamos subiendo contemplamos las montañas de color blanco roto, que en contraste con los colores del otoño, dejan un bonito lienzo.



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