lunes, 4 de octubre de 2010

cuento robado


- ¿Sabías que hay una ciudad que crece entre el musgo, cuyos rascacielos no levantan más de unos pocos centímetros? - preguntó la extraña criatura de lilas trenzas que custodiaba la entrada del bosque.
- Pero entonces...sus habitantes no pueden ser personas muy altas -se extrañó Lua, la pequeña de tres añitos que se había escapado de sus sueños para descubrir nuevos mundos.
- Jajaja, no son personas, boba, son gnomos, unos seres diminutos y muy trabajadores que no quieren ser observados por los seres humanos.
- Pero, pero...- balbuceó Lua -, yo quiero verlos, nunca he visto un gnomo de esos. Porfii, diles que salgan.
- Ahora es imposible, es noche cerrada. ¿Podrás esperar a que asome el primer rayo de sol antes de volver a tus sueños? ¿No se asustará tu mamá si se hace de día y no has vuelto a tu cama?
- Sólo quiero verlos un minuto y me volveré enseguida para seguir soñando - respondió Lua, ilusionada ante la expectativa de ver por primera vez un gnomo.
- Esta bien...- refunfuñó la pequeña ninfa de trenzas lilas -. Y apartando la densa vegetación, apareció ante sus ojos una verdadera ciudad de diminutas casitas pegadas unas a otras como en las ilustraciones de los cuentos.
- Ahora no hagas ruido. Siéntate a mi lado y ya verás lo que pasa cuando los gnomos se despierten...

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